jueves, 19 de marzo de 2009

La realidad de la crisis


La crisis es en realidad, más que financiera... es de valores. Las empresas han crecido estos últimos años basándose en la búsqueda del beneficio a corto plazo, del crecimiento constante, de comerse empresas para ser más grandes y competitivos. No importaba si había que manipular balances, inventar paquetitos de hipotecas o tapar insolvencias. Contablemente todo se arregla poniendo una contrapartida en el activo (que en realidad su valor es 0) por un pasivo que si tiene coste. Y todo ello a través de un sistema piramidal basado en exprimir al empleado de arriba hacia abajo, buscando que la brutal competencia entre los empleados se mida en rentabilidad y beneficios para la empresa.

El inicio de la crisis financiera fue la concesión de las famosas hipotecas ninja (sub-prime), clientes que en realidad tenían poca o nula capacidad de devolución de una hipoteca. El resto de la historia todos la conocemos: el director del banco empieza a colocar hipotecas como “salchichas”, nos financiábamos el coche y las vacaciones con la refinanciación de su hipoteca, tres (por no decir cuatro) tarjetas de crédito por cabeza más la hipoteca más el crédito por el coche nuevo. Siempre viviendo por encima de nuestras posibilidades, endeudados hasta el cuello . Mientras en la oficina bancaria de turno, el director de sucursal tiene la misión de conseguir los objetivos marcados en la empresa, obtenidos bajo presión del jerifalte de turno, que a su vez es presionado por el directivo de la central, que le pide que debe vender tantas hipotecas, tarjetas, fondos de inversión al mes, para cobrar ese suculento “bonus” .
El problema no es tanto si crecer o no crecer. El crecimiento es inherente al sistema capitalista . El verdadero problema es como crecer y cómo crear valor. Los fervientes y apasionados neo-liberales temen ahora, cuando el modelo se tambalea, que su “mercado” pueda ser regulado en parte por el Estado, pero en realidad tenemos que verlo como una oportunidad para refundar el capitalismo, conectarlo con valores sostenibles no sólo para la empresa sino con la sociedad y el mundo que dejaremos a los que vendran después, nuestros hijos, nietos y sobrinos.

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